Un reportaje especial de esoterismo con motivo del pasado día de los Fieles Difuntos o de muertos

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POR Baltazar SÁNCHEZ HUERTA

El mito detrás de la “Santa Muerte”

¿Cómo es que surgió y en qué consiste el culto a esta figura?, considerada por muchos algo satánico.

Se le llama la Santa Muerte, la Santísima Muerte, la Niña Blanca o, simple y sencillamente, la Muerte. Se ha convertido en una popular figura mexicana objeto de culto pero también de mucha polémica, debido a lo que representa y a quienes la veneran. ¿Qué hay detrás de tanta controversia?

En realidad es difícil hablar de un inicio u origen del culto o veneración a esta figura «Santa Muerte», porque en realidad la humanidad ha venerado a la muerte desde hace muchísimos siglos, desde tiempos prehispánicos y todo eso ha influido hasta la actualidad, en el que se ha mezclado o sintetizado con otros cultos religiosos, como los ritos católicos hacia los típicos santos.

Y es que la presencia de la muerte, además de necesaria e inevitable para toda la humanidad, ha sido tema de interés y estudio en toda cultura desde la antigüedad. Siempre se ha hecho hincapié en el ciclo de la vida y por ende el de la muerte, así como existen comparaciones o analogías con la puesta del sol cada noche y con el renacer la mañana siguiente.

Podríamos asegurar que el culto a la Santa Muerte se relaciona y toma elementos de culturas prehispánicas como los aztecas y los mayas, quienes llevaban su devoción a la muerte a extremos que aterraron a los conquistadores, simplemente con los sacrificios que llevaban a cabo cotidianamente.

Los aztecas tenían a sus dioses Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, el señor y la señora del Mictlan, la región de los muertos. A ese lugar iban los hombres y mujeres que morían de causas naturales. pero el camino para llegar ahí no era nada fácil. Antes de presentarse ante los dioses de la muerte había que pasar numerosos obstáculos y el camino era largo y oscuro.

Por eso mismo, desde la muerte de la persona se tenía la tradición de llevar consigo ofrendas o tributos para estos dos dueños del inframundo. Este detalle es muy importante ya que actualmente estas ofrendas siguen presentes en los altares que se le montan a la Santa Muerte.

No sólo se les encomendaban los difuntos a Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, sino que también se les invocaba para conseguir otros favores relacionados con la muerte. Después llegaron los españoles a colonizar a los indígenas y lograron disminuir el culto a la muerte al institucionalizar la religión católica – pero por supuesto, no lograron erradicarla.

Además de la influencia azteca, está también la de los mayas, quienes rendían tributo a Ah Puch, o Ah Cimih, el dios y rey de Mtnal, el inframundo. Ellos lo representaban como un esqueleto o cadáver con un rostro de jaguar (o a veces búho) adornado con campanas.

Pero esta deidad maya Ah Puch se considera más que sagrada, malévola. Su figura está asociada frecuentemente con el dios de la guerra y de los sacrificios humanos, y sus fieles y usuales compañeros son un perro y un búho, considerados como criaturas de mal agüero y de muerte. A veces se le llamaba también Señor del noveno infierno o el Destructor de mundos.

También entre los orígenes de la figura tiene que ver con la típica representación de la Muerte, cuya imagen que se ha hecho más popular es la de un esqueleto sosteniendo una guadaña y, constantemente, usando una túnica negra que lo cubre desde la cabeza hasta los tobillos.

Pero finalmente con la llegada de los españoles al continente americano, la situación comenzó a cambiar. Con las matanzas de indígenas y la colonización y las doctrinas religiosas católicas que vinieron a imprimir, se perdió muchísimo de la cultura original. La figura de la muerte en las creencias de los nativos se intentó erradicar, queriendo eliminar todo aquello relacionado con la veneración a la muerte.

Así, los ritos y prácticas relacionadas con la muerte se mantuvieron básicamente en secreto durante varios siglos, y en la Ciudad de México, el culto empezó a proliferar nuevamente en la década de los cuarenta del siglo XX, especialmente en barrios desfavorecidos.

Desde entonces, el culto ha ido creciendo, sobre todo para mediados de los noventa, cuando la devoción se trasladó de las casas a las calles. La gente comenzó a construir altares ya no sólo en su casa, sino afuera de ellas, en las calles. Se le presentaba todo tipo de ofrendas, desde comida, dulces, cigarros y hasta botellas de alcohol, como tequila, mezcal, pulque…

Un detalle que llama mucho la atención sobre la Santa Muerte, sobre todo a sociólogos y antropólogos, es que su representación es femenina, o sea, que la muerte es mujer. Y eso lo atribuyen a que en la psique del mexicano está muy presente la figura de la Virgen de Guadalupe, sin duda una fuerte influencia dentro de toda la cultura y religión latina, y que la fueron transformando en esta representación.

Esto se nota también en la vestimenta de varias representaciones de la Santa Muerte, que recuerda a la de las vírgenes como la de Guadalupe y que están cubiertas y disfrazadas como estas figuras religiosas, inclusive como si fueran monjas coloniales. Por ahí también viene la confusión de mucha gente que le llama «Virgencita» a figuras de la Santa Muerte cuando en realidad no tienen nada que ver.

Pero entonces la Santa Muerte ha sido venerada no sólo para pedirle favores, como suele hacerse con los Santos, sino también fue evolucionando como una figura de protección, sobre todo para personas que ponían en riesgo sus vidas con sus profesiones – y ahí se incluyen no sólo profesiones normales como albañiles, constructores o conductores, sino también a delincuentes.

Esta «afición» de gente criminal a pedirle protección a la Santa Muerte para que todo les salga bien solamente ha empañado el culto a esta figura, como lo ha sido también el hecho de que la Iglesia Católica jamás ha reconocido a la Santa Muerte ni como una buena figura de culto y ejemplo ni mucho menos es santa.

Por ejemplo, existe la leyenda popular de que en el pueblo mexicano de Catemaco, Veracruz, un habitante vio la figura de la Muerte dibujada en la madera de su choza. Fue a pedirle al sacerdote su opinión y ver si era otra «aparición milagrosa», como una virgen, pero el padre la tachó de sacrílega y satánica, prohibiéndole al pueblo que difundiera el culto.

Pero cabe recalcar esta nula relación entre la Santa Muerte y la Iglesia Católica, quien se opone completamente a ella. Hay discursos en Iglesias y varios sitios en internet que condenan la veneración a esta figura, considerándola un «terrible pecado» y que «quienes siguen este culto, están lejos de Dios» y no son auténticos cristianos.

Inclusive, el Papa Francisco, durante su visita a México en 2016, condenó el culto a la Santa Muerte, diciendo que estaba preocupado por tantas personas que «exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte».

Esto se refiere no sólo critican que la Santa Muerte esté considerada como la patrona de los narcotraficantes y los criminales, sino también que los líderes del culto estén usando la figura de la muerte para comercializar con ella y sacar provecho económico de los habitantes.

Y más allá de esto, muchos de los seguidores de la Santa Muerte hacen a un lado la condena de la Iglesia y también se consideran católicos o cristianos. A la gran mayoría parece no importarle la santificación de un culto pagano. Muchos católicos son fervientes fieles de la Santa Muerte y cuentan con un altar en sus hogares para pedir, por ejemplo, por dinero, amor o protección.

Por ello, le hacen rituales parecidos a los cristianos, incluyendo procesiones y oraciones con el fin de ganar su favor y protección. El altar suele consistir de una estatuilla cuyas medidas van desde 15 centímetros hasta el tamaño normal de un humano, rodeada de distintas ofrendas, como flores, frutas, comida, veladoras, inciensos y particularmente, licor.

Al pedirle algo a la «Santísima» pueden también no dejarle ofrenda sino algo personal para quien la está venerando. Por ejemplo, hacer la paz con algún enemigo o familiar o amigo con quien se esté peleado. Tal vez puede dejar un mal hábito o prometerle algo a cambio… También se acostumbra sacarla a las calles, «pasearla», vestirla diferente, como luego se hace también con el rito al «niño Jesús».

Como se hace con los santos, a la Muerte sus seguidores también le pueden pedir favores cotidianos, como tener suerte en algún trabajo, en el amor, que su negocio prospere y otras cosas positivas. Pero la realidad también es que otros más van más allá de esto y buscan objetivos negativos, como hacerle daño a una persona o cobrar venganza.

Sus seguidores suelen identificarse con ella al portar alguna pieza de joyería, tal vez como un dije o escapulario que tenga su imagen, mientras que otros optan por llevar su figura de manera indeleble, al tatuársela en la piel.

A todo seguidor de la Santa Muerte se le inculca desde el principio que hay que tratarla como «un miembro más de la familia», como alguien a quien admiramos y respetamos mucho y siempre hay que mostrarse ante ella siempre con mucha educación y respeto; jamás se le debe insultar o poner en duda sus poderes.

Por eso mismo, el trato que debe de recibir la Santa Muerte debe ser el mismo que se le da a una persona real. Así, es normal ver a la gente platicar con ella en voz alta, o sirviéndole un trago de alcohol, o invitándole algún cigarro o puro, o soltándole su humo para que lo «disfrute» igual. Es como si fuera una de nuestras amigas más respetada.

También la figura de la Santa Muerte puede variar de color. Si una es roja, es para mejorar nuestra situación amorosa. Si se busca justicia, entonces será de color verde. Si es color dorada, es para mejorar nuestra condición económica o que nuestro negocio prospere. Cada color tien un significado propio y exclusivo.

A pesar de la oposición de la Iglesia Católica, el culto a la Santa Muerte es algo que continúa creciendo no sólo en México, sino en Estados Unidos y otros países. No hay que pensar que es algo que se venera sólo en cárceles, carteles de narcotraficantes o barrios bajos y peligrosos, sino que es una veneración a la figura de la muerte que cada vez cobra más importancia.

Sus repercusiones religiosas y culturales son frutos de varios estudios y hasta de intentos de legalizarla, algo que hasta el momento ha sido imposible y que será difícil de frenar y mucho menos erradicar y es que como sabemos ya, a la muerte se le respeta y se le venera desde tiempos ancestrales…

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